Expediente de Sybelle

Una mujer de un carácter intolerable en su máxima expresión, que procura siempre lograr lo que se propone y escasas veces cambia de opinión. Posee una egolatría interna que se traduciría en un perfeccionismo extremo de todo lo que hace o porta. Una barrera intangible se alzaría entre ella y cualquier persona que quería acercársele demasiado; las únicas personas que se hacen merecedoras de su sonrisa real son sus hermanos menores, a los cuales cuidó desde que tenía uso de razón.
Sybelle tiene un profundo respeto por los escritores, se pierde en la realidad que le muestran los libros y adquiere el conocimiento con una facilidad envidiable. Desde siempre, podía considerársele una niña prodigio. Nunca se detiene en lo superficial, siempre existe en ella la necesidad de saber mas, mucho mas. No es de extrañar entonces, que probara cada cosa que pudiera sacarle a la soledad de aquella gran montaña, incluyendo artes, que solo correspondían a su hermano conocer. Nunca lo supo su padre, pero su habilidad con la espada incremento con los años.
No se sabe lo que pasa por su cabeza; ella se aseguro de mantener esa imagen de intocabilidad que vuelve inseguros a quienes desean dirigirle la palabra. Tan solo las personas con las que había crecido solían hablarle con normalidad, pero sin abandonar nunca la formalidad. Ante el único que bajaba su cabeza, era su padre. Para la servidumbre y casas inferiores, ella es un ejemplo total de respeto y gratitud. No obstante, nadie sabe que Sybelle no temía alzar su rostro y reprocharle a su padre sobre lo que consideraba incorrecto, y era esa actitud desbocada lo que él tanto le criticaba y obligaba a moderar. Era el fiel reflejo de su madre, solo que mucho más astuta que la difunta.
Esa prepotencia contrastaba con la jovenzuela que todos conocían: educada, refinada, y con una amabilidad dotada de carisma. Casi siempre lograba mantener su carácter bajo perfil, pero aquel que osaba faltarles el debido respeto conocía con rapidez el orgullo y la ponzoña de la ojiazul. Igualmente, era exquisita a la hora de seleccionar a un futuro esposo, pues de casarse, tendría que abandonar a su amada Daenerys.

La hija primera de la prodigiosa familia Thorne. Traida al mundo durante una fría noche de Agosto, donde la luna se alzaba sobre la montaña con todo su esplendor, y arropaba los corazones esperanzados que anhelaban el nacimiento de la primogénita. Su nacimiento, no hizo más que aflorar sonrisas en los rostros de su familia, muy a pesar de que su padre, Ricardo de Thorne, había esperado con insistencia un varón.
La joven, a pesar de ser la primera, cedió su puesto de hijo favorito tras la llegada de su hermano menor, a quien se le asigno como el futuro heredero al trono, pese a su posición de hijo segundo. Aquello nunca le fue un problema, Sybelle nunca se había imaginando gobernando a Thorne, por el contrario, rehuía a la idea simple de un matrimonio, lo que con el tiempo se volvería un tormento para su padre.
Solía vérsele sonreír muy seguido,hasta que murió su madre. Todo Thorne había llorado su pérdida, y entre ellos, a su padre golpeo con más fuerza. Ricardo no asumía la ausencia de su amada, y culpo irremediablemente a quien la había desgarrado desde adentro: su ultima hija, Daenerys.
Toda la rabia que podía desahogar aquel hombre, la enfoco en la pequeña. Sybelle, desde ese momento se convirtió en casi una figura materna para sus hermanos, y asumiendo su papel de mujer a su muy temprana edad, cambio su modo infantil, caprichoso y juguetón de ser por uno mucho mas serio.
Llena de conocimientos, criada bajo las mejores costumbres y de carácter incisivo. Fue dotada de la belleza propia de un ángel y de la bendición del cielo. Su necesidad de conocimientos, desde pequeña, la llevo a aprender a leer con afán y desde allí, se enfocaría tanto en los libros, que era de por si raro vérsele sin uno.
Su atención completa se enfocaba en el bienestar de sus hermanos. Ayudaba a estudiar al joven Nicholas, e intentaba aliviar las cargas de Daenerys. Apoyaba a su padre en cada momento que le era posible, y era la única que le hacia frente por la protección de sus hermanos. Aunque estos no se mantenían enterados de ello.
Casi como un intercambio, Nicholas le ayudo con la espada, esgrimía con una facilidad casi envidiable pero inconcebible para Ricardo, por lo que mantuvieron aquel hecho en secreto.
Con el pasar de los días, las facciones de la doncella se volvieron más adustos y fuertes. Mantenía la misma hermosura y gracilidad, pero era mucho mas meticulosa. Analizaba las cosas con detalle y pensaba mucho antes de realizar cualquier acción. La sabiduría que había adquirido en ciencias, literatura, religión, y demás, se habían convertido en un arma para su padre, quien deseaba desposarla para intentar mantenerla en cintura.
Aun así, Sybelle rechazaba a todos y cada uno de sus pretendientes. Nunca los ofendía, pero si destacaba sus ineptitudes volviéndolos inmerecedores de ella. Esa arrogancia y prepotencia le creo un historial que a su padre no le agradaba en absoluto. El en su dolor, intentaba hacerla entender sus razones, pero ella solo sabía responderle afirmándose en sus conocimientos. Aquello empezaba a irritarle.
Un día, fatídico como ninguno, hallo el arma perfecta para amenazar a su hija, la amenazo con alejarla de su amada Daenerys. Sybelle no daba crédito a sus oídos, y acepto asistir a la cena para ver a sus pretendientes.
La seguridad de que uno seria escogido, ambientaba el lugar. Era el día en que Ricardo cumpliría su mayor deseo. No obstante, cual seria su sorpresa al escucharla rechazarlos, otra vez.
Pasada la cena, descargo toda su furia con la ojiazul. Aquello que sentía lo consternaba, al igual que a ella. Pero por alguna razón, ya Sybelle no le respondia nada en absoluto. Se mantuvo en silencio hasta que un Ricardo obcecado le exigió abandonara el recinto.
Esa noche el rey, murió.
Sybelle fue la primera en encontrarlo, un shock instantáneo marco sus entorpecidos pasos, y serian los brazos de Nicholas los que la ayudarían a mantenerse en pie. El hecho era un golpe abismal para Thorne, aun así, las cosas parecían florecer para aquel pueblo. Con la muerte de Ricardo, Nicholas tomaría el poder y aquello traería un nuevo mañana, Sybelle no estaría obligada a casarse, y finalmente… Daenerys podría sonreír otra vez.
Las ideas se acumulaban con una rapidez inmensurable en su cabeza mientras sus piernas corrían en busca de su pequeña hermana. Casi se pintaba una sonrisa en su rostro, una sonrisa llena de miedo y dolor. Había perdido a su padre, eso la atormentaba, pero su muerte era lo que Thorne necesitaba.
Aun así, el corazón de la princesa latía enfurecido. Había más de una verdad que develar de aquella noche…

Pero todo estaría bien.