|Sybelle de Thorne |
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|Sybelle de Thorne |
Era la hora precisa....
El reloj, colocado estrategicamente a su lado, marcaba las justas tres de la mañana. Sybelle yacia sentada al filo de la cama; sus pies pegados al suelo y su espalda erguida como le habian enseñado de pequeña. Sus sentidos divagaban sublimes entre el sonido del silencio, el movimiento del tiempo en su mesa de noche y el horizonte nublado que se mostraba a traves de los ventanales de su habitacion.
El brillo de la luna se colaba por el cristal, y tocaba osadamente la nevada piel de la hija mayor de Thorne. Sus penetrantes ojos azules, captaban la luz y la volvian parte de su esplendor... esplendor que descendia en dos gotas rebeldes que se desprendian para caer sobre su delicado regazo.
Habia llegado el momento..
Se puso de pie con suavidad y se miro una vez mas en el espejo. Enjugo sus lagrimas y arreglo la orquilla en su cabello con cuidado, como si se tratase de un objeto intocado.
Caminando despreocupada, se aproximo a la salida de su habitación, y una vez alli, cruzo el umbral para adentrarse en los portentosos pasillos de la Mansión Thorne. Sus pasos apenas se escuchaban y el silencio imperaba en cada rincon del lugar, inclusive en la habitacion de su padre.
Alli se encontraba, de frente a su puerta observando los detalles, acariciando cada segundo que pasaba, abrazandose al presente efimero y temiendo el futuro decidido. Sin pedir permiso alguno, se adentro en aquellos aposentos.
- Padre..-
El estaba alli, boca arriba en su cama y con un rostro placido, como si tuviera el mas dulce de los sueños. Paso sus languidos dedos por el rostro de él, en una calida caricia que seria estropeada por el frio que le anidaba; el calor parecia haber escapado de su cuerpo con rapidez, y un velo negro se ceñia sobre su atormentada alma.
Sybelle ahogo un grito impreciso, dio unos torpes pasos atras y coloco su mano sobre su propia garganta, apretandola, como si con ello obligara los sonidos a tomar forma; como si quisiera frenar el aire que se colaba agresivamente por su boca, destruyendo su aparato fonador, quebrando su pulso y agitando su respiracion. Su padre ya no dormia, hacia horas que ya no lo hacia...
La princesa cerró sus ojos y llevo ambas manos a su ropa azul electrico, aquella que pertenecia a su madre y hacia juego con su adorno en el cabello. Sujeto las prendas con fuerza, como si se abrazara al recuerdo de la mujer que le dio vida. Habia creido que aquello bastaria para disculparse; fantaseo con que ese gesto le bastara para sonreir otra vez y reconsiderar sus intenciones, pero ya era demasiado tarde.
Cuando abrio sus pesados parpados, se encontraba horas antes, delante de la comida que era preparada para los invitados de aquella tarde y supervisando las acciones de la servidumbre. Para ella, era la excusa perfecta para distraer la mente, no deseaba casarse bajo ningun concepto, pero aun asi, yacían afuera herederos de todas las casas subordinadas a Thorne para pedir su mano. Bufo por lo bajo, la sola idea de amarrarse a cualquiera de ellos, le era un trago amargo de pasar.
Sin embargo, espero lo suficiente alli hasta que su padre envio por ella. Para su sorpresa, seria el mismisimo descendiente de una de las casas mas reconocidas, educado y caballeroso, quien vendria a buscarla. Intercambiarian un saludo cordial, y le dejaria avanzar adelante para escoltar a la bella dama.
Impaciente, reprocho la tardia salida de su hija con la mirada, justo en el preciso instante que la vio atravesar la entrada al gran comedor con su actitud desdeñosa. Para el no era secreto que ella no deseaba desposarse, pero no le competia a su hija decidirlo.
El no perderia ese momento preciado: presentar a sus invitados la preciosa joya Thorne. Era su mejor movida, despues de todo, la chiquilla -su otra hija - le habia arrebatado lo mas preciado que tenia en la vida. Lo unico que aun la mantenia en esa silla al lado de su Hijo prodigo, era la terquedad de Sybelle. Pero pronto, mataria dos pajaron de un tiro.
Sin embargo, su amada primogenita nublaba sus planes, habia tardado mucho mas de la cuenta en mostrarse a la multitud. Lucia tan hermosa como una flor, y aquello le aventajaba, pero aun asi, no podia evitar enojarse cuando las cosas se salian de su control.
Tomo una bocanada de aire y aplaudio la llegada de la joven poniendose de pie frente a la mesa; gesto que imitaria su hijo y la chiquilla, seguidos de todos sus invitados. Sybelle dedicaba una sonrisa a cada uno; era afable, encantadora, con un porte digno de una dama, y con la gracia de una doncella. De todos los reinos, la consideraba la mujer mas hermosa, y no solo por ser su hija.
Su blanquesina piel contrastaba con su largo vestido negrorojizo, corset ceñido a su torso y caida en volado; la ojiazul odiaba los vestidos pomposos. Sus cabello oscuro, arreglado perfectamente en un peinado decorado. No habia detalles dejados al azar, y la jovenzuela no parecia incomodarse con ellos.
Aun asi, habia algo que no le favorecia, y preocupaba en demasia a su padre. Sybelle estaba proxima a considerarse una flor marchita. Habia rehusado por demasiados años al matrimonio. Justo hoy habia aceptado bajo amenaza; por primera vez, el fruto podrido de su familia le habia servido para algo.
' Te alejare de Daenerys si no cumples lo que te digo'
Le habia bastado a la joven para parar sus osadas respuestas y dejarse arreglar para la velada. Esta era de sus ultimas oportunidades, y su objetivo no era otro que el descendiente de la casa I a sus servicios, la familia Aeterna; no permitiría que su linaje se manchara con cualquier otro candidato ajeno a su territorio.
Telon arriba y actores en el escenario, todos tomaron asiento mientras Sybelle se incorporaba al lado de su padre. Empleados elegantemente acomodados, colocaban delante de ellos toda clase de exquisitos platos propios de Thorne. La ojiazul, miro a su lado; habia sido colocada estrategicamente al lado del representante de Aeterna. Le dedico una sonrisa encantadora y miro delante de ella: alli en frente, casi reprimida pero con impecable inamovilidad, estaba su amada Daenerys. Intento sacarle una sonrisa, pero eso nunca funcionaba, por lo que mordio levemente su labio inferior para ahogar un suspiro y cruzo miradas con el joven Nicolas, quien parecia darle animos con aquellos ojos de cachorro que solo ella conocia al haberlos cuidado por tanto tiempo.
Volvio a su padre e hizo el brindis con el. Sus ojos, seguian con detalle a su padre comer cada trozo de la comida, parecia disfrutarla, pero a medida que pasaba el tiempo, el corazon de la joven se estrujaba aun mas. La cena transcurrio con la normalidad requerida y pronto, mas pronto que nunca, era el momento de pasar al gran salon para escuchar las propuestas de aquellos ilusionados y encantadores candidatos a su mano. Sybelle no podia estar mas enajenada, pero aun asi, decidida.
.....
Lo habia hecho de nuevo. Todos eran menospreciados por ella. Aquel mismo rostro amable que les habia tratado con tanta dulzura, ahora los rechazaba incisiva y cordialmente. Realzaba, sin ofender, sus defectos, haciendolos inmerecedores de ella. Su padre la fulminaba con la mirada, no podia estar mas molesto. Su candidez y prepotencia, se mezclaban tan homogeneamente que no causaba enojo en sus despreciados pretendientes; exceptuando, el joven de Aeterna.
Tras ciertos improperios, dejaria el lugar enceguesido y siguiendo a su padre. Aquello habia sentenciado el encuentro, el resto de la noche, habia sido abrazado por la tension, y pronto, no hubo alma alguna en Thorne que pudiera controlar la ira del padre contra la primogenita.
No paso de reclamos a los que ella solo asentia. No quedaba nadie mas que mirara, y ella solo observaba. Por primera vez, no tenia nada que decir, no en ese momento.
Cerro sus ojos y volvio a abrirlos, ahora la sala estaba llena de guardias. Su hermano la sujetaba en el suelo mientras intentaban dar con el culpable.
-¡Seguro ha sido Aeterna!-
Las perlas azules de sus ojos se abrieron como dos platos. Habia sido Aeterna, esa era la respuesta. Miro a todos lados y busco a Daenerys.. ella no se encontrana en la habitación.
Se solto de su hermano y retrocedio lentamente, hasta salir de alli. Su pecho ardia con fuerza, su respiracion carraspeaba y su corazon daba mil vuelcos. El resplandor de la luna anidaba la culpa en su estomago. Llego a los pasillos mas alejados del lugar y se detuvo a agarrar aire. La orgullosa, terca y desdeñosa Sybelle estaba convertida en una madeja de sentimientos encontrados. Pero no lloraria, ella no debia hacerlo. Ahora, podia deslastrarse del matrimonio, ahora cuidaria a Daenerys sin temer a las atrocidades de su padre, ahora Nicolas podria gobernar con justicia... Reia, ¿cuan sordida y desgraciada podia ser para estar riendo por la muerte de su padre? ¿acaso habia enloquesido? No.. estaba descolocada,se recargo en una pronunciada columna y alli se dejo caer sobre sus muslos para abrazarse en silencio.
¿Qué habia hecho?
Pronto, una tonada la tranquilizo. Era tan dulce como una canción de cuna pero sonaba enjaulada y lejana de su lugar actual. Se puso de pie y solto la orquilla de su cabellera, que se soltaria por el viento friolento y se dejaria desparramar por los hombos y espalda de la joven. Con ella entre los dedos, camino incierta por los prominentes pasillos de Thorne hasta dar con aquella habitación.
Sus pasos se volvian lentos y pesados a medida que se acercaba a la puerta, y tras unos instantes casi eternos, giraria el picaporte. Dentro, yacia asustada la pequeña Daenerys. Un soplo de alegria iluminaria su propia mirada -
- No temas, nuestro padre ah fallecido... -
Anuncio con su voz algo quebrada y acercandose a ella para abrazarla con candides. No importaba nada mas, lo hecho, hecho estaba.
La culpa, era de Aeterna. Y el orgullo de Thorne no permitiría que se descubriese que su propia gente, había cometido aquel acto fortuito.
El reloj, colocado estrategicamente a su lado, marcaba las justas tres de la mañana. Sybelle yacia sentada al filo de la cama; sus pies pegados al suelo y su espalda erguida como le habian enseñado de pequeña. Sus sentidos divagaban sublimes entre el sonido del silencio, el movimiento del tiempo en su mesa de noche y el horizonte nublado que se mostraba a traves de los ventanales de su habitacion.
El brillo de la luna se colaba por el cristal, y tocaba osadamente la nevada piel de la hija mayor de Thorne. Sus penetrantes ojos azules, captaban la luz y la volvian parte de su esplendor... esplendor que descendia en dos gotas rebeldes que se desprendian para caer sobre su delicado regazo.
Habia llegado el momento..
Se puso de pie con suavidad y se miro una vez mas en el espejo. Enjugo sus lagrimas y arreglo la orquilla en su cabello con cuidado, como si se tratase de un objeto intocado.
Caminando despreocupada, se aproximo a la salida de su habitación, y una vez alli, cruzo el umbral para adentrarse en los portentosos pasillos de la Mansión Thorne. Sus pasos apenas se escuchaban y el silencio imperaba en cada rincon del lugar, inclusive en la habitacion de su padre.
Alli se encontraba, de frente a su puerta observando los detalles, acariciando cada segundo que pasaba, abrazandose al presente efimero y temiendo el futuro decidido. Sin pedir permiso alguno, se adentro en aquellos aposentos.
- Padre..-
El estaba alli, boca arriba en su cama y con un rostro placido, como si tuviera el mas dulce de los sueños. Paso sus languidos dedos por el rostro de él, en una calida caricia que seria estropeada por el frio que le anidaba; el calor parecia haber escapado de su cuerpo con rapidez, y un velo negro se ceñia sobre su atormentada alma.
Sybelle ahogo un grito impreciso, dio unos torpes pasos atras y coloco su mano sobre su propia garganta, apretandola, como si con ello obligara los sonidos a tomar forma; como si quisiera frenar el aire que se colaba agresivamente por su boca, destruyendo su aparato fonador, quebrando su pulso y agitando su respiracion. Su padre ya no dormia, hacia horas que ya no lo hacia...
La princesa cerró sus ojos y llevo ambas manos a su ropa azul electrico, aquella que pertenecia a su madre y hacia juego con su adorno en el cabello. Sujeto las prendas con fuerza, como si se abrazara al recuerdo de la mujer que le dio vida. Habia creido que aquello bastaria para disculparse; fantaseo con que ese gesto le bastara para sonreir otra vez y reconsiderar sus intenciones, pero ya era demasiado tarde.
Cuando abrio sus pesados parpados, se encontraba horas antes, delante de la comida que era preparada para los invitados de aquella tarde y supervisando las acciones de la servidumbre. Para ella, era la excusa perfecta para distraer la mente, no deseaba casarse bajo ningun concepto, pero aun asi, yacían afuera herederos de todas las casas subordinadas a Thorne para pedir su mano. Bufo por lo bajo, la sola idea de amarrarse a cualquiera de ellos, le era un trago amargo de pasar.
Sin embargo, espero lo suficiente alli hasta que su padre envio por ella. Para su sorpresa, seria el mismisimo descendiente de una de las casas mas reconocidas, educado y caballeroso, quien vendria a buscarla. Intercambiarian un saludo cordial, y le dejaria avanzar adelante para escoltar a la bella dama.
Impaciente, reprocho la tardia salida de su hija con la mirada, justo en el preciso instante que la vio atravesar la entrada al gran comedor con su actitud desdeñosa. Para el no era secreto que ella no deseaba desposarse, pero no le competia a su hija decidirlo.
El no perderia ese momento preciado: presentar a sus invitados la preciosa joya Thorne. Era su mejor movida, despues de todo, la chiquilla -su otra hija - le habia arrebatado lo mas preciado que tenia en la vida. Lo unico que aun la mantenia en esa silla al lado de su Hijo prodigo, era la terquedad de Sybelle. Pero pronto, mataria dos pajaron de un tiro.
Sin embargo, su amada primogenita nublaba sus planes, habia tardado mucho mas de la cuenta en mostrarse a la multitud. Lucia tan hermosa como una flor, y aquello le aventajaba, pero aun asi, no podia evitar enojarse cuando las cosas se salian de su control.
Tomo una bocanada de aire y aplaudio la llegada de la joven poniendose de pie frente a la mesa; gesto que imitaria su hijo y la chiquilla, seguidos de todos sus invitados. Sybelle dedicaba una sonrisa a cada uno; era afable, encantadora, con un porte digno de una dama, y con la gracia de una doncella. De todos los reinos, la consideraba la mujer mas hermosa, y no solo por ser su hija.
Su blanquesina piel contrastaba con su largo vestido negrorojizo, corset ceñido a su torso y caida en volado; la ojiazul odiaba los vestidos pomposos. Sus cabello oscuro, arreglado perfectamente en un peinado decorado. No habia detalles dejados al azar, y la jovenzuela no parecia incomodarse con ellos.
Aun asi, habia algo que no le favorecia, y preocupaba en demasia a su padre. Sybelle estaba proxima a considerarse una flor marchita. Habia rehusado por demasiados años al matrimonio. Justo hoy habia aceptado bajo amenaza; por primera vez, el fruto podrido de su familia le habia servido para algo.
' Te alejare de Daenerys si no cumples lo que te digo'
Le habia bastado a la joven para parar sus osadas respuestas y dejarse arreglar para la velada. Esta era de sus ultimas oportunidades, y su objetivo no era otro que el descendiente de la casa I a sus servicios, la familia Aeterna; no permitiría que su linaje se manchara con cualquier otro candidato ajeno a su territorio.
Telon arriba y actores en el escenario, todos tomaron asiento mientras Sybelle se incorporaba al lado de su padre. Empleados elegantemente acomodados, colocaban delante de ellos toda clase de exquisitos platos propios de Thorne. La ojiazul, miro a su lado; habia sido colocada estrategicamente al lado del representante de Aeterna. Le dedico una sonrisa encantadora y miro delante de ella: alli en frente, casi reprimida pero con impecable inamovilidad, estaba su amada Daenerys. Intento sacarle una sonrisa, pero eso nunca funcionaba, por lo que mordio levemente su labio inferior para ahogar un suspiro y cruzo miradas con el joven Nicolas, quien parecia darle animos con aquellos ojos de cachorro que solo ella conocia al haberlos cuidado por tanto tiempo.
Volvio a su padre e hizo el brindis con el. Sus ojos, seguian con detalle a su padre comer cada trozo de la comida, parecia disfrutarla, pero a medida que pasaba el tiempo, el corazon de la joven se estrujaba aun mas. La cena transcurrio con la normalidad requerida y pronto, mas pronto que nunca, era el momento de pasar al gran salon para escuchar las propuestas de aquellos ilusionados y encantadores candidatos a su mano. Sybelle no podia estar mas enajenada, pero aun asi, decidida.
.....
Lo habia hecho de nuevo. Todos eran menospreciados por ella. Aquel mismo rostro amable que les habia tratado con tanta dulzura, ahora los rechazaba incisiva y cordialmente. Realzaba, sin ofender, sus defectos, haciendolos inmerecedores de ella. Su padre la fulminaba con la mirada, no podia estar mas molesto. Su candidez y prepotencia, se mezclaban tan homogeneamente que no causaba enojo en sus despreciados pretendientes; exceptuando, el joven de Aeterna.
Tras ciertos improperios, dejaria el lugar enceguesido y siguiendo a su padre. Aquello habia sentenciado el encuentro, el resto de la noche, habia sido abrazado por la tension, y pronto, no hubo alma alguna en Thorne que pudiera controlar la ira del padre contra la primogenita.
No paso de reclamos a los que ella solo asentia. No quedaba nadie mas que mirara, y ella solo observaba. Por primera vez, no tenia nada que decir, no en ese momento.
Cerro sus ojos y volvio a abrirlos, ahora la sala estaba llena de guardias. Su hermano la sujetaba en el suelo mientras intentaban dar con el culpable.
-¡Seguro ha sido Aeterna!-
Las perlas azules de sus ojos se abrieron como dos platos. Habia sido Aeterna, esa era la respuesta. Miro a todos lados y busco a Daenerys.. ella no se encontrana en la habitación.
Se solto de su hermano y retrocedio lentamente, hasta salir de alli. Su pecho ardia con fuerza, su respiracion carraspeaba y su corazon daba mil vuelcos. El resplandor de la luna anidaba la culpa en su estomago. Llego a los pasillos mas alejados del lugar y se detuvo a agarrar aire. La orgullosa, terca y desdeñosa Sybelle estaba convertida en una madeja de sentimientos encontrados. Pero no lloraria, ella no debia hacerlo. Ahora, podia deslastrarse del matrimonio, ahora cuidaria a Daenerys sin temer a las atrocidades de su padre, ahora Nicolas podria gobernar con justicia... Reia, ¿cuan sordida y desgraciada podia ser para estar riendo por la muerte de su padre? ¿acaso habia enloquesido? No.. estaba descolocada,se recargo en una pronunciada columna y alli se dejo caer sobre sus muslos para abrazarse en silencio.
¿Qué habia hecho?
Pronto, una tonada la tranquilizo. Era tan dulce como una canción de cuna pero sonaba enjaulada y lejana de su lugar actual. Se puso de pie y solto la orquilla de su cabellera, que se soltaria por el viento friolento y se dejaria desparramar por los hombos y espalda de la joven. Con ella entre los dedos, camino incierta por los prominentes pasillos de Thorne hasta dar con aquella habitación.
Sus pasos se volvian lentos y pesados a medida que se acercaba a la puerta, y tras unos instantes casi eternos, giraria el picaporte. Dentro, yacia asustada la pequeña Daenerys. Un soplo de alegria iluminaria su propia mirada -
- No temas, nuestro padre ah fallecido... -
Anuncio con su voz algo quebrada y acercandose a ella para abrazarla con candides. No importaba nada mas, lo hecho, hecho estaba.
La culpa, era de Aeterna. Y el orgullo de Thorne no permitiría que se descubriese que su propia gente, había cometido aquel acto fortuito.
Última edición por Sybelle el Jue Ene 03, 2013 6:04 pm, editado 2 veces
Sybelle
Thorne - Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 16/12/2012
Edad : 33
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